Como un golpe fuerte, directo y seco, capaz de estremecer y hasta parar
al más fuerte de los corazones. Así llega la muerte, acechante y sigilosa. La
mortaja que no distingue entre raza, género, edad, estatus social. Ella se
lleva a todos por igual, y nadie sabe el día y la hora. Y la enfermedad, la
usual predecesora de la muerte y verdugo de sus víctimas que algunas veces se
sale con las suyas, entregando un cuerpo agonizante a su eterna cómplice.
Pero ¿Y cuándo la víctima de esta letal y villana pareja es un infante
quién en ésta etapa de su vida sólo debería preocuparse por los deberes
escolares del siguiente día, por reír y jugar con sus amiguitos, por divertirse
y aprender para así cumplir los sueños que nacen en los más profundo de sus
diminutos pero fervientes corazoncitos? ¿Qué pasa cuándo una tragedia acalla
cada esperanzado latido y cierra forzosamente aquellos ojos que miraban hacía
un futuro bienaventurado y feliz? ¿Podrá
tener sus propias vidas un final feliz análogo a los relatos y aventuras
animadas que amenizan las tardes de estos pequeños?
Y si, aunque algunos piensen lo contrario, la vida real es bastante
similar a los cuentos de fantasía, y, como en toda historia de aquellas que
solíamos exaltar cuando éramos niños, donde hay villanos siempre hay héroes; y
estos, con tesón, coraje y valentía lucharán contra la enfermedad, la muerte y
sus secuaces. Estos héroes, sin capa están provistos únicamente con los
superpoderes de la buena voluntad, el
amor por el servicio al otro, la entrega en cuerpo y alma a la causa, la
disposición y la sed de cambio. Y es que todas estas armas son necesarias
cuando se hace frente a un enemigo peligroso y difícil de combatir, tan temible
que en algunas ocasiones su nombre se torna impronunciable: el cáncer. Por
esto, cuando los niños y sus familias necesitan refuerzos en su lucha contra
esta terrible enfermedad, hacen el llamado a su héroe y este atiende
prestamente.
Pero el camino a la victoria no siempre es fácil y lastimosamente no
siempre se llega a la meta aunque se tenga un ejército de héroes a disposición,
y menos aún cuando el terrible villano del cáncer cuenta con sus secuaces
iguales de peligrosos y alarmantes.
Marlein Echeverría es el caso de una luchadora de 13 años vencida en
combate por ser atacada múltiplemente por su fuerte adversario el cáncer en
complicidad con el deficiente sistema de salud que atacó de imprevisto con
aparentes municiones de negligencia médica y cócteles molotov de indiferencia.
Y aunque en la batalla acudieron en su ayuda sus héroes defensores Karla
Iguarán (Directora fundación reto, grupo de apoyo contra el cáncer) y más tarde
David Peláez (Secretario de Salud) la muerte terminó borrando su nombre del
libro de la vida.
Con los ojos llenos de lágrimas pero con voz fuerte e inquebrantable, la
compañera de lucha de Marlein, su prima Zarieth Camargo contó como la audaz
guerrera a pesar de las heridas físicas y emocionales nunca borró la sonrisa de
su rostro. “Ni la muerte podrá borrar esa sonrisa, siempre estará en nuestros
corazones”.
Así mismo, y con un comprensible resentimiento fácilmente legible en su
mirada, contó las peripecias y los obstáculos que se interpusieron y
contribuyeron a la partida de Marlein de este mundo. Relató que inicialmente el
dolor que presentó la niña en la rodilla izquierda se le atribuyó a un golpe
sufrido en una divertida fiesta de cumpleaños en el momento del afán y el
ahínco por recoger los caramelos y confites de la piñata. Llevada al hospital
local de Malambo, la menor fue diagnosticada con una lesión menor, pero al
percatarse de que el dolor y la inflamación persistían a pesar de los
medicamentos suministrados por los médicos, los padres decidieron consultar una
segunda opinión. Luego de una larga lucha con los procesos de afiliación a las
entidades prestadoras de servicios de salud por la aparente afiliación múltiple
a distintas EPS y cinco meses después de la aparición de los primeros síntomas,
es atendida en la clínica San Martín en la cual mediante una biopsia detectan
un tumor óseo en la pierna izquierda. Debido al mismo problema de multi
afiliación y posteriormente por la falta de camillas en el centro hospitalario,
fue interrumpido el ciclo de quimioterapias correspondiente.
En una de sus visitas a las clínicas en las cuales busca nombres de
personas enfermas de cáncer con escasos recursos económicos, la heroína Karla
Iguarán se topa con el caso de Marlein y decide apoyarla. Iguarán, de la mano
otros héroes con conocimientos de la parte legal y jurídica lograron una
indemnización por el monto de 3’000.000 de pesos que fueron invertidos en el
tratamiento, pero al agotarse el dinero, la paciente fue remitida al CARI en
donde, y según palabras de Zarieth Camargo, la tenían en un vaivén con una mala
atención puesto que no proveían a la familia con las órdenes necesarias